24/03/2022 | LUIS KENNY
María Soldi es una actriz argentina conocida por su interpretación en “Los que vuelven” (2019), “Ínsula” (2019), y “Mi obra maestra” (2018), donde actuó junto a Guillermo Francella y Luis Brandoni. Fue nominada como mejor actriz revelación (2016) en los premios Martín Fierro por su interpretación en “Historia de un clan” (2015).
“Para mí vivir artísticamente tiene que ver con estar en contacto con lo que nos pasa todo el tiempo”. Entrevista a María Soldi
María Soldi es una actriz argentina conocida por su interpretación en “Los que vuelven” (2019), “Ínsula” (2019), y “Mi obra maestra” (2018), donde actuó junto a Guillermo Francella y Luis Brandoni. Fue nominada como mejor actriz revelación (2016) en los premios Martín Fierro por su interpretación en “Historia de un clan” (2015).
¿Cómo empezó tu trayecto en la actuación?
Siempre fui muy fantasiosa y esas fantasías en algún momento se conectaron con un aspecto artístico. Cuando era chica armaba escenas en mi casa: bailes, exposiciones. Lo cual me generaba cierta adrenalina, me gustaba. Después me convenció la idea de ser actriz sin saber lo que significaba, a partir de una idea más adolescente y aniñada, idealizada. Mi conexión era más banal: veía Chiquititas y soñaba con actuar...
Cuando terminé el colegio me di cuenta de que no quería ni sabía hacer otra cosa que actuar. Yo ya venía haciendo talleres de teatro, lo cual fue algo más intuitivo y me llamó la atención. Me gustaba mucho el lugar en el que me ponía, como una especie de búsqueda personal inconsciente hacia un camino artístico. Nunca me puse el objetivo de ser actriz a costa de cualquier cosa, sino que fue algo más bien intuitivo, fruto del día a día. Me anoté primero en la UNA y, en caso de que no entrara, pensaba hacer escenografía o vestuario. Siempre algo relacionado con el cine, con lo audiovisual.
Empezaste haciendo teatro, luego cine, hiciste series y películas. ¿Cómo fue encontrar un poco el género que te gusta?
No se si lo encontré, se va moviendo todo el tiempo. No me considero para nada una actriz de tal o cual género. Me gusta probar e ir por distintos terrenos. Cualquier formato, si por algún motivo me atraviesa o interpela, me parece válido y no me cierro a nada en particular.
Cómo elegís qué es lo que te atrae de los proyectos que vas haciendo. ¿Cuáles son las temáticas que más te interpelan?
Primero trato de conocer quién está detrás de ese proyecto y conectar con las personas, un primer encuentro con el Director por ejemplo. Para mí es fundamental el vínculo humano en un proyecto. Antes le ponía mucho énfasis al guión, un guión bueno se presta a leer fácil y hay una base del imaginario, pero muchas veces podes tener un buen guión y puede no pasar nada. La figura del Director marca el camino. Me guío mucho por quién va a estar atrás dirigiéndome.
Foto por Luiza cavalcante
¿Qué determina que un director sea bueno? ¿Un ideal artístico, algo propio de su narrativa?
Lo siento todo muy intuitivo. De hecho me manejo así: elijo los proyectos desde la intuición. Es una cuestión mucho más humana lo que me pueda pasar, de conexión entre lxs dos. Es como algo muy sutil, me atrae porque hay un director que tiene muy claro lo que quiere hacer, que se nota que sabe lo que quiere. Eso me da mucha seguridad como actriz. Por más que después se permita que yo entre en el diálogo es clave que tenga claro qué es lo que quiera contar.
El ambiente de trabajo, la conexión emocional y lo técnico.
Sí, es un todo. Pero las mejores veces que he trabajado fue con directores que sabían para dónde querían ir, sabían lo que no iba. El proyecto tiene un planteo, por ejemplo: “nos vamos a juntar por un mes en una habitación a ver que ocurre entre dos personas”. Pero si es un proyecto con un esquema de trabajo, un guión y un plan de rodaje me da mucha confianza. Me hace creer en el proyecto que estoy haciendo.
A la hora de actuar, ¿qué diferencia ves en el teatro respecto del cine o de la televisión?
Justo en este momento estoy filmando una película y ensayando una obra, y estoy viendo cómo me siento yo en esos espacios. El cine me genera cierta adrenalina, es un tiro o dos o tres y queda cristalizado donde no tenés poder de modificarlo. Reconozco que muchas veces me puede generar neurosis. Pero cada espacio tiene su tiempo. Los tiempos del cine son ridículos, casi absurdos.
En cambio, en el teatro, sé que puedo haber tenido una mala función pero tengo la revancha la semana que viene. En los dos lugares siempre que estoy por actuar me pregunto porqué soy tan masoquista de ponerme en este lugar, qué necesidad de hacer esta profesión...siento mucho vértigo. El momento previo a salir a escena es casi un malestar incomprensible, pero cuando lo atravesamos empieza a cobrar sentido. Evidentemente es llegar a un estado que de otra manera no llegaría para después encontrar otra cosa. Hay algo que relaciono con la actuación que es ir a zonas muy profundas, donde me encuentro con muchas inseguridades, miedos, temores. Y enfrentarme a eso me da mucha satisfacción y alegría. A veces me quedé ahí abajo y la pasé mal.
¿Cuáles son los miedos y las inseguridades más recurrentes antes de salir en escena?
Para mi son miedos muy primitivos, como el miedo que te da saber que te está persiguiendo un Tigre. Es una cosa muy animal. Es un miedo que no lo puedo relacionar con algo específico, es el Miedo en sí mismo. El sentirme vulnerable, expuesta, el tener miedo a fracasar, miedo a que me juzguen. Miedo a defraudar a otro. El miedo también tiene que ver con muchas ideas de no saber a dónde quiero llegar con esta escena. Es como imposible separarse de lo que te pasa interiormente. No hay manera de separar mi actriz de mi Yo, está todo el tiempo dialogando María con esa actriz que personifica a Otra.
Y al revés.. ¿Cómo incide la María actriz en la vida cotidiana?
Y... a veces tengo una mala actuación en mi propia vida. Me puedo dar cuenta de desconexiones totales. La actuación genera un estado de conciencia presente que a veces en la vida se pierde.
Me estás hablando de la vulnerabilidad y el riesgo que supone hacer arte. ¿Encontrás justificación a ese porqué lo hago?
Sí. Surgen un montón de preguntas todo el tiempo, de porqué lo hago, etc. No encuentro una justificación pero sí un estado de pensamiento presente, y la pregunta de porqué lo hago se renueva constantemente. La veo necesaria para poder estar todo el tiempo eligiendo a conciencia en vez de darlo por sentado. Me gusta preguntarme si de verdad es lo que deseo en este momento o si es porque ya estoy metida en el camino. Sobre todo el público también te presiona: “¿qué pasó, ya no actúas más?” Es como: “si no te vemos no existis”. Pero quizá vos estas en tu casa escribiendo un guión, o haciendo cerámica, carpintería, pero si hacés eso entonces dejaste de actuar. O, por ejemplo, si estás dando clases de teatro se da por sentado que fracasaste como actriz. El actor está todo el tiempo condenado por la mirada ajena. Hay un peso social más fuerte que en otras profesiones. Todo el tiempo están cuestionando la continuidad de tu producción. Puede ser una carrera muy desoladora si se queda bajo la mirada del otro.
“El actor está todo el tiempo condenado por la mirada ajena. Hay un peso social más fuerte que en otras profesiones”.
¿Y cómo te sienta el hecho de haber recibido una nominación al Martín Fierro por Historia de un Clan (2015) y luego por Mi obra maestra (2018)?
Con Historia de un Clan lo tomé como un regalo hermoso de la vida, fue todo muy espontáneo. No lo estaba buscando. Fue un trabajo muy hermoso y sin ningún grado de conciencia en la repercusión que podría tener. Como actriz me sentí siempre muy presente en ese proyecto. Después tuvo una repercusión que fue muy llamativa. Lo tomé como un reconocimiento, entender que mi trabajo a alguien le está llegando. Desde ese lugar es emocionante pensar que a alguien le puede gustar lo que hago. Y a partir de ahí se presenta cierta consagración: bueno, ahora “sos actriz”.
Cuando me dieron la nominación pensé en lo orgullosos que estaban mis viejos. Para mí toda esta repercusión le dio tranquilidad a la gente que estaba esperando algo de mi. Siento que un premio es más una tranquilidad para el resto que para mí. Hay algo de un lugar al que debemos llegar como actrices. Pero eso no te garantiza nada, incluso te puede dejar mucho más vacío. Me di cuenta que después de la masividad de la televisión, yo había sido “aceptada como actriz”.
María Soldi interpretó a Silvia Inés Puccio en Historia de un Clan
¿Qué cosas sí te dan tranquilidad?
Me da mucha tranquilidad dormir bien, poder descansar. Me da tranquilidad tener ganas de comer, de salir a tomar sol, sentir la vida. Tener ganas de vincularme: sentirme vital. Si el trabajo me trae vitalidad también me da tranquilidad el trabajo. Si una relación amorosa me trae vitalidad también. Todo lo que tenga que ver con un estado de presencia. Y me doy cuenta que cuando trabajo hay una expresión de muchas cosas cotidianas. Intento de que lo laboral y lo cotidiano se entrelacen porque sino la vida del actor puede ser cruel, dado que no hay una constancia de trabajo y puede ser muy desesperante no estar trabajando.
En cuanto a la masividad, ¿cómo ves esto del consumo? ¿Creés que cambió la manera de ver cine o de ir al teatro?
Sí, totalmente, siento que hoy en día Netflix es como el McDonalds del cine. Por más que ahora aparecieron otras plataformas, a mi me da mucha pena porque siento que las generaciones más jóvenes no seguirán yendo al cine. Soy muy partidaria de ir al cine, me parece un ritual sagrado, me conmociona estar sentada en una butaca, dejar el celular, no poder poner pausa. Si vos estás tirado en tu cama mientras scrollias en Instagram, difícilmente puedas conectar con lo que está pasando, me parece que hay muchas distracciones. Al ver películas desde un celular se pierden muchas cosas. A la vez tiene un alcance mayor, en eso aplaudo a la plataforma, pero me da miedo lo que vaya a pasar con el cine.
“Si vos estás tirado en tu cama mientras scrollias en Instagram, difícilmente puedas conectar con lo que está pasando”
¿Qué directores u obras te generaron a vos esas ganas de volver al cine?
Me gusta mucho Lucrecia Martel, directora argentina. Me divierte ir al cine a ver una película de Tarantino. Iba mucho al festival de Mar del Plata y veía cosas que nunca hubiera visto, investigaba directores alternativos gracias a mis amigos y a abrirme un poco del mundo del cual yo venía, que es el de una familia más clásica y conservadora. En mi casa no se veía televisión o se veía lo que estuviera de moda. No había mucha cultura de cine. Cuando crecí, al estudiar teatro y hacer amigos que estudiaban cine -tengo una hermana que también estudió cine- me empezó a llegar información de directores/as.
Con respecto al hecho de venir de una familia más conservadora. ¿Cómo fue convivir en una disciplina que requiere más apertura?
Para mí sigue siendo difícil romper con las estructuras familiares. Sin juzgar a mis viejos considero que su relación con el arte es más clásica. Y de repente quizá los invitaba a ver una performance donde me tiraba chocolate medio en bolas en una casa y me preguntaban por qué los invité a ver eso. Pero ellos en eso son muy piolas y jamás me juzgaron. Creo que todo el tiempo estoy en ese diálogo con mi origen y con quién soy ahora. Tengo que estar rompiendo y ampliando los límites frente a lo que está ahí. Claramente siento que tengo mucha libertad en hacer lo que quiero y no tuve condicionamientos artísticos.
¿Y en cuanto a tu contexto? ¿Te dio comodidad y confort suficiente para desarrollarte?
Siempre fui buscando o moviéndome según mis necesidades. Digamos que mi contexto no es rígido ni está definido, no tengo un grupo establecido, estoy todo el tiempo conociendo a gente nueva. Tengo mucho movimiento vincular que también va de la mano del movimiento artístico, que constantemente se va modificando. Tengo amigos y amigas que atraviesan mi línea histórica pero hay otros que quedaron en el camino. También es lo que te permite conocer gente nueva y trabajar con otros. Este trabajo se basa en conocer gente y en formar vínculos.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere empezar a actuar o a meterse en las artes performativas?
Paciencia, permanencia. Sobre todo que haga otras cosas además de actuar, lo que sea. Porque sino puede ser muy frustrante ponerle toda tu energía a la actuación y a nada más que eso. Que viva como artista, que su vida sea arte y que el arte no sea sólo un momento entre paréntesis. Que lo adopte como forma de vida.
¿Cómo es vivir artísticamente en un mundo como el de hoy?
Para mí vivir artísticamente tiene que ver con estar en contacto con lo que nos pasa todo el tiempo: no separarnos de lo que nos pasa, vivir de una manera más artesanal, generando un entramado con las cosas y las personas. Si hoy el modo de vida es encontrarnos a través de una pantalla hay que aceptar que es así. Vivir artísticamente es aceptar lo que te propone la vida en este momento. Puede que lo que ves no te guste y lo que hacés tampoco, pero quizás eso más adelante cobra sentido. Hay que confiar en el movimiento natural de la vida, siempre y cuando uno sea honesto con lo que está haciendo -ya sea desde tomar un café a leer un libro.
Mientras haya honestidad con tu deseo lo demás se va desenvolviendo solo.
Sobre todo hay que poner en jaque todo el tiempo las formas. A veces me encapricho con que mi sueño es tal director y después llega ese momento y el director es una garcha y al final te das cuenta cuán peligroso es idealizar. Es peligroso llenarte de ideas acerca de lo querés y hacia dónde querés ir. Hay que estar siempre con la pregunta cerca.
“Vivir artísticamente es aceptar lo que te propone la vida en este momento”.
Autor
︎Luis Kenny
Estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras y cofundador de Ventoux. Mi vocación por la cultura empezó de muy chico cuando empecé a visitar distintos museos, casi simultáneamente la lectura ocupó un rol protagónico en mi cotidianidad y consecuentemente también la escritura. Hoy en día mi principal interés, luego de asistir a diversos cursos de arte y literatura, es la difusión de la lectura y la cultura.