29/05/2022 | JUANA DE OROMI
Exhibiciones ¿hacia dónde van?
Recuerdo de forma rápida la historia de las exhibiciones y me detengo en el momento en donde ni siquiera se pensaban como las pensamos hoy. Aquel momento en el cual el arte era algo exclusivo, destinado a la aristocracia, que se guardaba en colecciones privadas o en la Iglesia, los artistas trabajaban por encargo y mucho de lo que hoy consideramos arte no era considerado como tal. La idea de hacer arte pensando en la recepción no existió desde siempre.
Cuando los objetos considerados arte pertenecían a la historia de una nación, fue cuando se empezó a permitir que otros los vean. En definitiva, que toda la población pueda tener acceso. Ahora sí, el concepto de exhibición era más similar a como lo entendemos hoy: un lugar donde se muestran obras para ser vistas.
La historia avanza y los formatos exhibitivos atraviesan procesos y evoluciones hasta que llegamos a la contemporaneidad. Aquí me surge una duda ¿acaso el concepto de exhibición, por sí solo, ya no es algo que quedó viejo o gastado?
Por un lado, es interesante pensar que si se siguen haciendo exposiciones, es porque las exposiciones tal cual las conocemos siguen siendo un eje central del arte contemporáneo. Es decir, siguen funcionando. Pero si consideramos que hacer una exhibición es organizar una constelación de piezas bajo un concepto para transmitir un mensaje, mi pregunta es: ¿es esto suficiente para transmitir el mensaje? ¿El formato exhibitivo tradicional alcanza para tratar problemáticas actuales como la crisis migratoria, el sistema patriarcal, la pandemia, el calentamiento global o los conflictos religiosos? ¿Realmente alcanza cuando se trata de temáticas tan complejas e importantes? ¿Cómo se puede ir más allá? Personalmente no me siento capacitada para dar una respuesta, pero sí me gustaría sugerir algunas ideas.
Considero que lo esencial de las exhibiciones radica en hacer ver algo nuevo al espectador, plantear preguntas. Sin embargo, también considero que si se eligen tratar temáticas tan profundas, hay algo que esta idea de “exhibición” estaría dejando afuera. Los espacios de arte deberían pensarse como espacios de interacción comunitaria, como sistemas abiertos para potenciar la participación activa de los espectadores y el cuestionamiento de conceptos. Sostengo que es fundamental invitar a participar a la comunidad de las reflexiones que se den en el arte, y que incluso, estas discusiones vayan más allá de la exhibición misma.
Quizás esa sea una tarea que pueda asumir el curador: aquella persona que, a partir de lo que sugiere una muestra, pueda generar programas que lleven a los visitantes a pensar, interactuar, tomar acción o incluso a cuestionarse aún más sus propias creencias y realidades. Pero además, continuar con esa historia de las exhibiciones en la cual se fue de lo privado a lo público, para apuntar hacia un formato exhibitivo aún más comunitario y más participativo, llevando la muestra a la calle (literal o figurativamente) y que tenga una relación directa con el lugar del mundo en donde esté sucediendo.
Pero entonces me pregunto ¿ahora no le estoy pidiendo demasiado?
Autor
︎Juana de OromiEstudió la Licenciatura en Curaduría en Artes en la UNA y actualmente trabaja en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires en el Comité de Adquisiciones. Durante 2020 y 2021, gracias a una beca del Fondo Nacional de las Artes, junto a otros dos curadores desarrolló Proyecto Territorios: un programa de acciones e intervenciones en el espacio público. La pregunta que disparó la investigación fue ¿se puede curar una ciudad? Le interesa pensar y gestionar proyectos que incluyan a los espacios públicos de la ciudad y sus artistas para formar un sistema de intercambio colaborativo.