13/12/2022 | CHIARA PIZZICHINI
“La mayoría de las personas somos en nuestra intimidad secreta, anti-héroes”. Entrevista a Guillermo Iuso
“La mayoría de las personas somos en nuestra intimidad secreta, anti-héroes”. Entrevista a Guillermo Iuso
A Guillermo Iuso, o directamente Iuso, como prefiere ser nombrado en el entorno artístico; lo descubrí mientras estaba enfrascada en el scrolleo apático frente a la pantalla del celular. De repente apareció la imagen de una escultura con una frase que me arrancó de ese trance: Pasarla bien es el compromiso que más me oprime. Guardé la foto y sentí alivio: alguien más en el mundo le pasa lo mismo que a mí y se toma el trabajo de contarlo. Lo googleé. Miré sus obras. Pensé: quiero hablar con este tipo.
Pasarla bien es el compromiso que más me oprime (2009), pintura relieve, gel medium, plastilina y acrílico sobre plástico, 27 x 180 x 42 cm.
Antes de entrevistarlo, lo único que sabía de Guillermo Iuso era que se lo consideraba como un enfant terrible (creo que nunca dejó de serlo, aunque tenga 59 años) del ambiente artístico bonaerense. Presiento que caigo en un lugar común al llamarlo enfant terrible, pero me cuesta describirlo de otro modo. Iuso no cae en los lugares comunes, los que se familiaricen con su obra pronto se darán cuenta. Nació y creció en Zona Norte, fue a un colegio privado y católico de San Isidro. Celebró terminar la primaria con un amigo rompiendo hoja por hoja las páginas de El Nuevo Testamento y viendo como los pedacitos salían volando por una ventana del micro escolar. Tiempo después el negocio de su padre quebró, indicando el fin de una juventud privilegiada marcada por el goce del derroche y los vicios de la joda. Ya desde chico demostraba interés por el dibujo, pero no fue hasta ese momento que decidió tomarse el asunto en serio. Con los últimos tesoros del legado familiar compró un estudio y empezó a pintar con la devoción de un creyente que es iluminado por la fe. En vez de recibir el llamado de Dios, Iuso se sintió tocado por eso que llamaríamos… ¿vocación? y el arte fue lo único que logró evangelizarlo.
Mis épocas (2000), marcador indeleble, bolígrafo, cartulina y fotografía sobre madera, 28 x 38 cm, colección Bruzzone
Iuso logró trascender los confines de su estudio, para el placer de algunos y el horror de otros. Desde un principio, la polémica que levantaban sus obras enaltecían aún más su figura de disruptor en el ambiente artístico. Lo más gracioso, creo, es que nunca se propuso asumir ese rol. ¿Cuántos artistas vemos hoy en día que se dedican a crear arte para “cambiar el mundo”, si es que aquello es una meta posible? Vonnegut escribe que durante la guerra de Vietnam, todos los artistas “respetables” de Estados Unidos se posicionaron en contra. Todas sus obras eran como un rayo láser apuntando en la misma dirección - el poder de este arma, dice, “(...) resulta ser el de un torta que se deja caer desde una escalera de dos metros de altura.”. Si consideramos arriesgar la vida como una marca del compromiso con la causa, les puedo decir que a Iuso una vez lo intentaron matar en una conferencia mientras hablaba de sus obras.
Pero Iuso no persigue ninguna causa mayor, a él solo le interesa perseguir a su vida para transformarla en arte. Si hay una misión detrás es la misma que comulga a todos los artistas honestos, es decir, los que hacen del arte un medio para liberarse de un sistema que está construido para hacernos olvidar de lo importante. El propósito del arte es discutible, pero hacer arte y ser atravesado por el arte puede lograr la misma sensación de cuando vuelve la luz después de un corte. Podríamos vivir en la oscuridad, pero encontrar el camino sería difícil. No se trata solo de existir, sino de pasarla bien. Quizás la causa mayor sea esa. Iuso entiende esto como pocos y va a buscar la vida para contarla con una sed de experiencia implacable, porque la alternativa sería vivir en las tinieblas. Y eso da miedo, y sobre todo es aburrido.
Sin título (desmorono) (2006), vinilo, esmalte sintético, plastilina, pintura relieve y marcador indeleble, vidrio y madera, 15 x 22 x 24 cm, colección Teo Wainfred
A esta altura sería razonable preguntarse qué hace exactamente Iuso, considerando que varios lo tildan de “pelotudo” (cito), mientras que otros lo admiran. Para ensayar una respuesta intercambié una serie de mails con él que devinieron en esta entrevista. Iuso es artista y habla de sí mismo y de cómo lo atraviesa el mundo y la gente que ama, como en realidad lo hacen todos los artistas, incluso los que se enorgullecen de crear únicamente eso que llaman “ficción”. Iuso escarba en la mugre propia, en lo más íntimo y descarnado de su deseo, y te lo muestra con una sonrisa de oreja a oreja. Algunos no podrán evitar sentirse conmovidos por esa basura, y quizás hasta les salga decir, mirá, ¡esa también es mi basura!
Las mujeres de mi vida (2001), marcador indeleble, bolígrafo, cartulina y fotografía sobre tela, 35 x 26 cm
Muchas veces no contestó mis preguntas y me pareció respetable. A veces no entendemos lo que hacemos pero lo hacemos porque queremos. O simplemente preferimos no contestar. Después de entrevistar a Iuso, finalmente entiendo por qué algunas de sus obras me resultan tan viscerales - especialmente algunas que no figuran en este artículo, pero como dice el dicho, el que busca encuentra. Tiene sentido: una vida como la suya necesita un lenguaje que resista para contarla. Sus obras, en apariencia inofensivas, llaman la atención por la yuxtaposición de formas, relieves y texturas irregulares atravesadas por colores lisérgicos, pero son las frases escritas sobre aquellas que otorgan el remate con la precisión de una puñalada.
Existe un pez en lo más profundo del mar que atrae a sus presas con una lucecita. Embelesados, las víctimas siguen esa luz hasta el final. Yo también fui una de esas víctimas, por decirlo de alguna manera. A Iuso le divierte encandilarte y después te devora de un bocado. Pero en esa claridad de doble filo que generan sus obras, los espectadores experimentan la libertad agridulce de entender qué es lo que les pasa como nunca antes. Hay algo que sí tengo claro: prefiero vivir una vida que no sea una mentira, y Iuso se dedica a hacer arte sobre eso. En uno de los mails que intercambiamos Guillermo escribe: “El reportaje nos dirá cosas nuevas a vos y a mí”. Por mi parte coincido.
- Según vos, a los 25 años no aguantaste más trabajar en el negocio familiar y te pusiste a pintar. ¿Hay algo del origen familiar que te empujó al arte?
No. Lo que me empujó al arte fue que desde la primaria lo que más me apasionaba era dibujar.
- ¿Qué buscabas cuando empezaste a pintar?
El placer de inventar.
- El entorno artístico te cataloga como un artista contemporáneo ¿Estás de acuerdo?
Estoy de acuerdo, pero también mi obra es arte moderno.
- ¿Qué materiales usas?
Históricamente, óleo, esmalte sintético, acrílico, marcadores, birome, cartón, fotos, papel, vinilo, madera, hierro, chapa, plástico, plastilina, vidrio. Pero en 2005 apareció el material que mi vida me pedía, la pintura relieve. Es una pintura envasada en frasquitos de plástico con un pico, que se usa apretando el envase como si fuera una manga de pastelería. Es acrílica y la gran virtud que tiene es que, como dice su nombre, se pueden hacer relieves de cualquier forma y de cualquier volumen: esto es lo que mis sentimientos necesitaban para transmitir.
Un punto muy alto es que antes escribía mis textos sobre las obras con marcador, debido a que no soporto escribir con pincel, y desde que descubrí esta pintura me deleito haciendo lo que quiero con cada letra. La que yo uso es brasilera, las argentinas lamentablemente no logran el relieve y se desvanecen en pocas horas.
- ¿Cómo describirías tu proceso artístico?
Hago mis obras de manera constante en cualquier momento del día. No me impongo horarios ni formas de trabajo. Cuando se me aparece una frase en la cabeza que puede ir en una obra, la anoto enseguida para que no se me escape.
- ¿Cómo fuiste desarrollando tu estilo?
Me dejé llevar por lo que tenía ganas de hacer.
- ¿Por qué la palabra tiene un rol significativo en tu obra?
El texto es lo que le da sentido a mi obra. Cuando se junta con la pintura, esa tensión entre texto y plástica, es lo que necesito para transmitir.
- ¿Qué hace que tus obras basadas en vivencias personales se conviertan en más que una anécdota?
Se contar bien las cosas en el sentido de que llego al corazón y a la mente de la gente. Esa es mi tarea como artista. Muchas personas desconocidas se me acercan y me dicen: yo siento lo mismo que vos pero mi vida no tiene nada que ver con la tuya. Me agradecen que les aclare algo que no se animaban a ver de sí mismos. Me cuentan cosas de su vida como si yo fuera un médico o un guía espiritual o algo así.
- ¿Tenés referentes que hayan influido en tu obra?
No. Mi mundo propio me lleva adónde él quiere.
- Esto que decís me hace acordar a cuando contaste que luego de que casi te mataran en un robo, le manifestaste a tu analista que te vino muy bien la situación para hacer una obra. Ella, horrorizada, te pide que pares de buscar situaciones extremas en “pos de la fama artística”, y te ruega que hagas ficción. Vos opinás que lo que ella no entiende es que es imposible ir en contra del mundo de uno. Creo que no te da tanto miedo morir, o al menos no te torturan los pequeños finales que agregados van marcando el curso de nuestra vida. “Concretar para poder seguir viviendo”, según tus propias palabras. Te preguntaría si priorizás el arte sobre tu vida, pero el arte es tu vida, sería tautológico. Entonces te hago otra pregunta: ¿por qué no hacés ficción, como te dijo la psicóloga?
En esa época (2001) mi obra estaba en un periodo absoluto de documentación de lo que me pasaba, y este episodio tan enorme de que me asaltaran en una plaza y me rompieran la mandíbula en tres pedazos, me llenó de energía artística en todos los sentidos posibles.
Tengo una obra que nunca expuse, solo estuvo en la trastienda de la galería Ruth Benzacar, donde describo con frases las respuestas que doy cuando me hacen un reportaje. Está firmada en 2002 y la frase más representativa es: Persigo a mi vida real para convertirla en obra.
En 2005 a partir de un mural que hice para una muestra en la fundación PROA, mi obra se metió de lleno a relatar mi vida mental. Las frases cortas se convirtieron en mi especialidad, y la documentación, que en la mayoría de los casos llevaban fotos, me dejó de interesar.
Con el tema de la ficción... Hay personas que piensan que mi obra es cien por ciento real, otros dicen que es una mezcla entre realidad y ficción, y algunos opinan que es pura ficción. Yo digo que es obra y punto. Cuando publico libros estoy enmarcado en el género de la autoficción. Soy un actor que se dirige a sí mismo. Mi personaje cambia según lo que necesito decir. Mi vida mental es la meta que me seduce.
Mi estado después de la golpiza (2001), marcador indeleble, bolígrafo, cartulina y fotografía sobre tela, 30 x 22 cm, colección particular
- Da la sensación de que tuviste una vida en la que no te privaste de nada. Sin embargo tenés una obsesión con categorizar todas tus experiencias, desde cantidad de relaciones sexuales, drogas consumidas y salidas a boliches. ¿Qué opinas de la frase: nada en exceso?
Es antinatural para mi forma de sentir.
- ¿Categorizar tu vida mediante el arte es la manera que encontrás de darle dimensión a tu vida?
El tema es el siguiente: yo categorizo mi vida con listas hechas con birome desde que estaba en quinto grado. Llego al arte sin saber que lo que hice siempre, era arte.
- En una entrevista decís que con tu arte te defendés del mundo describiéndolo. ¿Crees en el arte como terapia?
Yo necesito saber imperiosamente que me pasa, y el arte junto con la escritura me ayudan para lograrlo.
- En Mi relación conmigo (2002) hablás de cómo el psicoanálisis te cambió la vida, concluís que tus sensaciones dependen de la calidad de tu lucha por superarte. En otra obra retratás varias de tus sesiones con la psicóloga. ¿De qué manera sentís que ir a terapia influyó en tu obra?
La terapia es un lugar de pensamiento. En mi caso, como mi “ vida real ” es mi obra, me abre caminos y puertas.
- Leí en algún lado que las personas hacen arte porque les cuesta vivir en el momento. Hacer arte entonces sería una manera de acercarse a la vida para entenderla dentro de lo posible. No sé si estarías de acuerdo con esa noción, porque según vos te enorgullece ser un especialista del instante. ¿Tus obras parten de haber comprendido algo? ¿O la búsqueda sigue durante el proceso, e incluso después?
Sí, todo esto que me preguntás. Yo planteo certezas, dudas escalofriantes, miedos eternos, errores, fantasías, deseos de gloria, obsesiones...
- ¿Cuál te parece que es el fin, si lo hay, del autorretrato?
A principios de los 2000, Nicolás Guagnini escribió una nota sobre mi obra en la revista Ramona, donde decía: a Iuso la vida real lo vive.
- Yo fui un pelotudo es una de tus obras más entrañables. Percibo a lo largo de tu obra una autopercepción tuya como de anti-héroe. ¿Cómo te sienta esa definición?
La mayoría de las personas somos en nuestra intimidad secreta, anti-héroes.
- En una entrevista opinás que el sexo es la obsesión absoluta de todo el mundo. También decís que “(...) la única enfermedad sana es el sexo y en un gran amor, el sexo es una la maravilla absoluta porque saca toda la mancha que uno tiene en la cabeza y uno disfruta de esa mancha; en otro caso no.” ¿Cuando hablás del sexo estás buscando escuchar del otro lado: a mí también me pasa? ¿Hacer arte sobre coger y exhibirlo públicamente, que podría ser considerado como un acto antisocial, es otra manera que encontrás de quitarte esa mancha?
No. Yo escribo mucho sobre sexo porque me sale solo y muy bien, es una virtud que tengo exactamente igual a la de meter goles desde que era muy chico en los campeonatos del colegio. Leer historias sexuales me aburre. Solamente me gusta escribir.
- Muchas de tus obras reniegan del capitalismo. Intentás ingresar al mundo del trabajo y no te hayás, lo considerás el peor destino. Hay una desesperación por poder vivir del arte y no adoptar la rutina de la gran mayoría de los mortales que se ve muy marcadamente en tu obra. ¿No considerás hacer arte como parte del mundo del trabajo entonces?
Me cuesta sentir el arte como trabajo. Difiere mucho de la mayoría de las formas que tiene el trabajo, sobre todo que el arte, para los artistas, no tiene obligaciones de horarios ni jefes ni días de semana ni fines de semana, y los días pasan mientras uno inventa cosas juguetonas.
- ¿Estás trabajando en algo actualmente?
Me viene bien esta pregunta para contar que desde 2011 empecé a escribir libros. La novedad para mí fue que deje de escribir con marcadores y pintura para pasar a la computadora y ver letras de molde negras sobre fondo blanco. Justamente ahora estoy terminando mi nuevo libro. Es el cuarto que publico en la editorial Mansalva, y me da una alegría enorme, muy distinta a exponer obras. Escribir libros me hace descansar de la carrera artística.
Lo que escribo es la ampliación de mi obra plástica pero desde una libertad que no conocía. Los relatos largos que en las obras no pueden superar los 30 renglones, no solo por una cuestión de espacio, sino por un tema de que la gente en una muestra se cansa de leer algo extenso, es lo que disfruto en los libros que a su vez me permiten desarrollar mi autoficción con mayor soltura.
- ¿Seguís sintiendo que pasarla bien es el compromiso que más te oprime?
Más que nunca.
Autor
︎Chiara Pizzichini